Sal del cascarón:
Aprende a plantear tus METAS
La clave al plantear nuestras metas, es que éstas deben cumplir con cuatro características esenciales:
Realistas: Cuando hablamos de que sean realistas nos referimos a que sean posibles para ti pero a la vez lo suficientemente altas y desafiantes como para que impliquen un reto personal.
Concretas: Las metas deben ser concretas ya que es necesario que se puedan definir clara y fácilmente.
Controlables: También deben ser controlables por nosotros, es decir que no dependan de alguien más
Medibles: Esto significa que han de concretarse en un tiempo determinado y bajo unos parámetros bien definidos.
Una mirada retrospectiva para evaluar nuestros logros
Al mirar hacia atrás y ver nuestros resultados y logros podemos hacer un balance para autoevaluarnos, seguro habrá mucho proyectos que sí has podido cumplir, quizá haya otras cosas que no te habías planteado pero que fueron surgiendo en el camino, y habrá otras que iniciaste y abandonaste, etc. La idea de hacernos una autoevaluación no es de ninguna manera para generarnos angustia, ni tampoco para darnos excusas. Es más bien un ejercicio personal para reflexionar y aprender de nuestros aciertos y errores.
No importa si no hemos alcanzado todo lo que nos planteamos con tanta ilusión. La razón es simple: estamos vivos y podemos volver a intentarlo, la idea es nunca rendirse y buscar nuevos caminos para alcanzar nuestros objetivos. Además, cualquier momento es el mejor cuando tomas la decisión de lanzarte a por tus sueños.
Rompe la cáscara y pasa a la acción ¡YA!
Definir las metas es sólo el primer paso, luego hay que trazar el plan con acciones bien definidas para ir ejecutando. Las ideas y metas hay que “aterrizarlas” y darles forma. Con cada acción que vayas logrando te sentirás más motivado a seguir porque estarás viendo resultados progresivos.
Un plan te permite organizarte y ayuda a no agobiarte. Es normal que al pensar en la meta la percibamos como algo distante e incluso difícil de alcanzar. Pero al seguir tu plan de acción paso a pasito, verás que es factible, no pretendas hacer todo de una sola vez. Es mejor ir teniendo pequeños avances que te acerquen progresivamente a la meta final. Vive un día a la vez y asegúrate de que ese día hayas hecho lo mejor de corazón.
Trabaja con seriedad y compromiso, las cosas no pasan porque sí, te las tienes que ganar con tu propio esfuerzo y dedicación. Recuerda aquella famosa frase de Albert Einstein: “El éxito es 99% de transpiración y 1% de inspiración”.
Apalancate en el miedo
A veces el miedo nos impide avanzar hacia nuestras metas y nos paralizamos frente a las dudas y temores que nos asaltan. Te propongo darle la vuelta a la tortilla, en vez de frenarte ante tus temores, utilízalos para actuar. ¿Cómo es esto? piensa que lo que te produce miedo no es más que la interpretación que le estás dando a determinada circunstancia. Reenfoca esos temores: Que lo que te dé miedo sea no intentarlo, que el miedo sea más bien mirar hacia atrás y preguntarte ¿qué hubiera pasado si lo hubieras hecho?... que lo que te atemorice sea no darte a ti mismo la oportunidad. No es valiente quien no tiene miedo sino quien actúa a pesar de ellos.
Cállate y disfruta el viaje
Es mejor actuar callada y discretamente. Comparte tus sueños sólo con las personas que de verdad te quieren y se interesan por ti. Concentra tu energía y no permitas que las opiniones de otros te perturben. A veces, ir contando tus objetivos no hace más que sabotearte porque no todo el que te escucha quiere lo mejor para ti, así que elige bien en quién confiar tus anhelos y asegúrate de que en vez de hundirte, puedan tenderte la mano cuando lo necesites.
Pero lo más importante: disfruta del proceso, de cada pequeña acción que vayas alcanzando porque sabes que cada paso te acerca un poco más a tu meta y aumentará tu autoestima; y aunque en algún momento pueda que decaigas, no te desanimes, vuelve a retomar tu plan con alegría, esperanza, fe y gratitud.
Lolimar Araujo Morales
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